"Sanar no significa que el daño nunca existió. Significa que ya no controla nuestra vida." Anónimo
- Mireia Rodriguez
- 17 ago
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Actualizado: 28 ago
Esta cita es anónima y muy coherente con varias de las corrientes y modelos de psicología en los que me inspiro en mi práctica profesional y en mi vida personal. La terapia humanista, la psicología del trauma y el apego, la terapia Gestalt, el budismo, el existencialismo e incluso el Amor Fati de Nietzsche, nos hablan de transformar el dolor y el sufrimiento en crecimiento y de que por mucho que lo intentemos, no podemos escapar a nuestra historia.
A veces, en un intento de sentirnos mejor con nosotros mismos, intentamos borrar o tapar todo aquello doloroso que nos ha ocurrido o que forma parte de nuestra personalidad para que nuestra visión de nosotros encaje más con una imagen idealizada de perfección y plenitud. Creemos que nos querremos más o las cosas nos irán mejor si simplemente borramos aquello que nos avergüenza de nosotros mismos y de nuestra historia.
Este enfoque no solo es imposible de llevar a la práctica -sobre todo a largo plazo- sino que además implica perdernos parte de la belleza de la vida y de quiénes somos, con nuestras luces y nuestras sombras.
La intención de la terapia no es borrar lo feo y desagradable, sino integrar todo aquello que somos y hemos vivido sin fijarnos tanto en si nos gusta o no.
Se trata de darle la bienvenida a todo sin entrar a juzgar si debería o no haber ocurrido, si hubiéramos preferido tener otra historia o si es correcto o incorrecto ser quienes somos y hemos sido.
Lo que enseña esta cita es también la visión de que todo lo que nos ha ocurrido actúa en nuestro presente, nos demos cuenta o no. Por ejemplo, algunas personas quieren trabajar en terapia algo que les molesta de sí mismos, algún comportamiento, pensamiento o hábito que creen que no debería existir. Algo así como “No sé porqué hago esto si no me gusta y va en contra de mis valores” o “No debería hacerlo pero es que no puedo evitarlo” o “Aguanto unos días sin este hábito pero en cuanto me despisto, vuelve con más fuerza”.
Estas frases suelen hablar de que hay una parte inconsciente a la que no se está mirando y que está operando en la sombra.
En terapia nos dedicamos a mirar todas esas partes que habríamos deseado que no ocurrieran o que no formaran parte de nosotros para poder decidir nuestras conductas desde un lugar más consciente y evitar que todas esas partes inconscientes tomen las riendas de nuestra vida.

Si el dolor existió, si hubo experiencias que dejaron una herida dentro de nosotros, el camino no es mirar a otro lado sino tomar consciencia, hacernos cargo y desarrollar estrategias y recursos para poder sostenerlo e integrarlo como una parte más de nosotros.
Somos quienes somos, entre otras cosas, por lo que hemos vivido y sobre todo por lo que hemos hecho con aquello que hemos vivido y unos de los objetivos de la terapia es poder llegar a honrar absolutamente todas las partes de nuestra historia, de nuestra personalidad y de nuestra sombra.
Nota:
Este texto está inspirado en la cita que he elegido para la sección "Mi enfoque". Aunque no tiene un autor concreto al que pueda ser atribuida literalmente, es muy coherente con distintas fuentes de inspiración que he recibido en mis formaciones. La herida, la sombra, las creencias y los patrones inconscientes tratan de hacerse visibles a través de nuestras conductas, hábitos y pensamientos. Por eso la solución no suele ser quedarse en la superficie, sino indagar en las raíces, que están escondidas debajo de la tierra y dan forma a lo que sí se ve.
Con amor, Mireia.


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